sábado, 7 de abril de 2018

La Cenicienta

La Cenicienta 

          Había una vez una chica llamada Cenicienta que vivía en una casa muy grande, con sus hermanastras y su madrastra. Cenicienta  hacía las tareas de la casa, aunque no le gustaba mucho. Pero ella no era ninguna tonta, entonces, cada vez que se quedaba sola,  dejaba de hacer sus tareas y se ponía a ver Netflix, también  a comer helado. Nadie se daba cuenta porque obligaba a sus amigos ratoncitos a hacer todas las tareas que ella tenía que hacer.

          Un día llegó el cartero del pueblo y les entregó una invitación. Cenicienta, sin mucho interés,  la dejó arriba de la mesa. Cuando una de las hermanastras la vio, se puso muy contenta y se lo avisó a todas en la casa. Era la invitación  del baile para que el príncipe consiguiera una princesa. A Cenicienta le interesó mucho; pero no por amor, sino porque quería quedarse con toda su fortuna.

          Al fin llegó el día de la fiesta. Todas se estaban preparando para el baile y Cenicienta vio que los vestidos de sus hermanastras eran mejores que el suyo. Entonces, se los rompió. Las hermanastras, al ver sus vestidos, se pusieron muy tristes; entonces, no fueron a la fiesta.

          Cuando Cenicienta llegó, inmediatamente el príncipe se enamoró de ella, bailaron juntos y la eligió. Cenicienta estaba muy feliz porque su plan estaba saliendo perfecto.

          Un día Cenicienta organizó un picnic con el príncipe  y cuando terminaron, lo llevó a caminar a un bosque donde había un pozo sin fondo. Cuando estaban a unos centímetros del pozo Cenicienta le dijo:
- “Nunca te quise de verdad. Solo quiero tu fortuna!”

          En ese momento, trato de tirarlo, pero  el príncipe la agarró y cenicienta se cayó. Él se sostuvo de un palo. Cuando salió, vio que lo único que quedaba de Cenicienta era su zapato izquierdo.

Fin