domingo, 9 de septiembre de 2018

Cuento policial


La pulsera de diamantes
El viernes por la noche,  llegó una llamada a la comisaría de Curton. Era un hombre diciendo que estaba esperando afuera de la casa de su hermano, Juan Aguirre, y no contestaba, Tocó el timbre y lo llamó durante media hora y no hubo respuesta.
   La policía no tardó mucho en llegar. Tuvieron que romper la puerta para entrar, revisaron toda la casa y no había nada, hasta  que llegaron al baño. El hombre estaba en la bañera hundido en un charco de sangre. Unos minutos más tarde, le  avisaron a la familia que Juan estaba muerto. Todos se quedaron impactados y lloraban tristemente. La policía científica  se encargó de investigar la escena del crimen y los forenses estudiaron el cadáver.
   Días más tarde, la policía les entregó el informe de la investigación: Juan fue asesinado entre las 19:00 y las 20:00 horas del viernes, a través de cinco puñaladas.
Su hermano, entonces, decidió contratar a un detective para averiguar quién lo había asesinado, ya que no confiaba en la policía local. Por ello Ana, su madre, le recomendó a un detective que encontró en internet llamado Pedro Rodríguez. Pablo no confiaba pero, ante la insistencia de su madre decidió contactarlo ante ello recibió una respuesta no muy confiable.
    Luego de unos días, Pablo, su hermano, recibió una carta de Pedro:
-Pablo, voy a comenzar con la investigación, pero antes necesito ver la escena del crimen e inspeccionar el cadáver de tu hermano.
Pablo accedió.
  A la mañana siguiente, Pablo, Pedro y Ana fueron donde ocurrió todo. La mujer estaba muy nerviosa, era comprensible, su hijo había muerto…
   Al llegar Pedro, comenzó a investigar la escena del crimen: se encontraba la bañera llena de sangre, marcas muy extrañas alrededor de ella y todo desordenado.
Pasaban las horas y  parecía que no estaba descubriendo nada. Comenzó a fijarse la escena del crimen con una lupa, sorprendentemente encontró un cabello rubio. Entonces tomo el cabello  y lo llevo a investigar.
    Lamentablemente el cabello pertenecía a la víctima.
    Al día siguiente volvió a la escena del crimen y esta vez encontró, atrás del inodoro, un cuchillo. Al ver esto pensó que delante de sus ojos tenía la respuesta al caso. De inmediatamente, lo llevo a la policía científica para que lo analizaran y vean si coincidía con el cuchillo, con que Juan había sido apuñalado. Tras esperar unas dos horas, los científicos le dieron un informe con todos los detalles. Luego de leerlo,  el cuchillo que encontró no coincidía con el tamaño de los cortes que tenía Juan.
Pedro ya estaba rendido pero sin embargo volvió a la escena del crimen. De pronto algo le llamo la atención, era una pulsera de diamantes rota en la rejilla.
Ana antes de poder sacarla,  se descompuso.
     Fueron al hospital, la revisaron, pero no le ocurría nada, ella estaba muy rara. Pablo la acompañó hasta su casa, pero Pedro no se dio por vencido y volvió a la escena del crimen, logró sacar la pulsera con cuidado para intentar saber de quién era por las huellas digitales.
   Al enterarse de todo eso, Pablo  y Ana quedaron muy impresionados con la habilidad del investigador.  Ellos no creían que pudiera hacerlo.
Días más tarde, Pedro contacto a Pablo para hablar de algo grave. Se trataba de que la pulsera tenía la huella digital de Ana, Pablo no lo podía creer, él estaba muy asustado.
Al enterarse de todo, la policía decidió interrogar a los dos posibles asesinos: Pablo y Ana.
    Después de días de investigación, Pedro fue a preguntar a los conocidos de Juan a ver si sabían algo de la pulsera de diamantes que habían encontrado en la rejilla del baño. Mientras Ana y Ricardo, el padre de Juan, planeaban un funeral muy caro porque Ricardo era dueño de una empresa de plástico que daba mucha plata, y Ana insistía con que el marido le diera  plata para comprarse cosas, como si no le importase la tragedia.
   A todo esto, Pedro encontró a una señora que era una vieja amiga de Ana y que conocía a Juan desde de chiquitito, preguntó por la pulsera y le dijo que era de Ana, Pedro, confundido, fue  a la preparación del funeral de Juan y habló con Ana sobre el tema. Notó que Ana estaba un poco nerviosa, que a ella transpiraba y le temblaban las manos. Cuando Ana se dio cuenta de que Pedro sabía, le  dio una excusa para irse y se fue.
Pedro informó a la policía y la buscaron por la ciudad hasta que llegó una llamada a la comisaría diciendo que  habían encontrado una mujer muerta que se tiró  de un edificio. Cuando llegaron a la escena vieron que era Ana, revisaron el auto y había un diario íntimo que decía “Planes”, donde se encontraba lo que hizo Ana. Mató  a Juan como un comienzo, mataría luego a su otro hijo y a Ricardo para quedarse con toda la plata de la empresa, pero tenía claro que, si algo salía mal, se suicidaría para no tener que ir a la cárcel, que para ella, era peor que morir.
  Desde ese momento fue uno de los casos más conocidos de Argentina.


Fin